Por Tania L. Montalvo (@tanlmont)
Octubre 10, 2015.
Los tres años que lleva Enrique Peña Nieto en la presidencia han sido suficientes para que el Cártel de Jalisco Nueva Generación, surgido apenas en 2011, se haya vuelto una de las organizaciones más poderosas del país hasta equipararse al Cártel de Sinaloa, que históricamente ha dominado el negocio de la droga.
Presente en al menos nueve entidades (el mismo número de estados que el Cártel de Sinaloa), Jalisco Nueva Generación —comandado por Nemesio Oseguera ‘El Mencho’— es, junto con la organización de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, el cártel que domina hoy el negocio de la droga.
Información de la Procuraduría General de la República, obtenida por NarcoData a través de la Ley General de Acceso a la Información, muestran que en el tercer año de la administración de Peña Nieto de las nueve organizaciones con operaciones en México, el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco son las que más han crecido.
NarcoData obtuvo esta información cerca del cierre y el lanzamiento de esta plataforma digital, por lo que en esta entrega presenta sólo gráficos fijos. El equipo editorial consideró fundamental que en el día del nacimiento de este proyecto el lector pudiera conocer cómo se encuentra el mapa de los cárteles a la mitad del sexenio. En futuras entregas el objetivo es presentar esta información de manera interactiva para visualizar todo el sexenio.
Los documentos oficiales muestran también que la presencia de los Cárteles de Juárez, Tijuana, el Golfo, Los Zetas, La Familia Michoacana, los Beltrán Leyva o Los Caballeros Templarios en los estados ha disminuido y la capacidad de sus brazos armados se ha visto mermada.
Pero que estas siete organizaciones estén debilitadas no significa que el país necesariamente se encamine hacia días menos convulsos.
Los siete grupos criminales disminuidos en el sexenio de Peña Nieto aún tienen la capacidad y la estructura para cometer otros delitos de alto impacto contra los ciudadanos. Su debilitamiento y el arresto de algunos de sus principales líderes ha derivado en el nacimiento de pequeños grupos que buscan espacio en el escenario delictivo. Un ejemplo es Guerrero, donde al menos seis pequeñas y sangrientas células, como Guerreros Unidos, Los rojos o el Cártel Independiente de Acapulco nacidas del Cártel de los Beltrán Leyva o La Familia Michoacana se enfrentan en diferentes comunidades.
“El que haya registros de organizaciones que han quedado desmembradas, con sus líderes detenidos, arrinconadas en un estado pero con ocho o diez células delictivas, no quiere decir que están controladas. La experiencia te dice que esas organizaciones se van a dedicar a la extracción de rentas sociales porque van a buscar la forma de financiarse para volver al gran negocio”, estima el exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Guillermo Valdés.
Así se han mantenido con fuerza grupos como el Cártel de Juárez, por ejemplo, que sobrevivió en Chihuahua con sus brazos armados La Línea y Los Aztecas; o el Cártel del Golfo en Tamaulipas.
Presencia tres veces mayor
El Cártel Jalisco Nueva Generación está en franco crecimiento con el actual gobierno. Cuando surgió en 2011, debido a su ruptura con el Cártel de Sinaloa tras la muerte de Ignacio Coronel, tenía operaciones en Jalisco, Nayarit y Colima. Cinco años después, el cártel triplicó su presencia en el país. Ahora también opera en Michoacán, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, Morelos e incluso hay reportes de presencia en el Distrito Federal y Baja California.
Además, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) informó este año que dicho cartel tomó regiones anteriormente dominadas tanto por Los Caballeros Templarios como por Los Zetas.
En 2012, los registros de PGR mostraban a Los Caballeros Templarios con operaciones en Jalisco, Colima, Guerrero, Guanajuato y Morelos, sitios en los que actualmente se reporta presencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación. Y para este 2015 los Templarios sólo se ubican en Michoacán.
En lo que respecta al Cártel de Sinaloa, su hegemonía y longevidad de casi un cuarto de siglo no ha hecho más que consolidarse. Los principales líderes de esta organización (como Ismael ‘El Mayo’ Zambada y José Esparragoza Moreno ‘El Azul’) nunca han sido detenidos y su máximo líder, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, ha caído dos veces, pero ha logrado fugarse de penales de alta seguridad. También ha librado la extradición a Estados Unidos.
La información entregada por la PGR confirma que de 2013 a la fecha, este cártel avanzó en algunas entidades como Baja California Sur, aún cuando ‘El Chapo’ permaneció preso durante más de un año y pese a que actualmente está en marcha un operativo para recapturarlo tras su segunda fuga de prisión el pasado 11 de julio.
Cárteles mermados, pero no debilitados
Entre las organizaciones que han tenido bajas importantes en sus filas en los últimos diez años está el Cártel de Tijuana: todos los hermanos Arellano Félix han sido ya detenidos; el último de ellos, Fernando Sánchez Arellano ‘El Ingeniero’, en junio de 2013.
En el Cártel del Golfo, uno de los golpes fundamentales sobre su capacidad operativa vino con la extradición de su líder Osiel Cárdenas Guillén en abril de 2007, pues aunque fue detenido cuatro años antes todavía operó desde el penal. Otros cabecillas destacados como Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén ‘Tony Tormenta’ falleció en noviembre de 2010 en un operativo de la Marina.
En el caso de Los Zetas, los líderes que hicieron de ésta la organización más sanguinaria están muertos o detenidos: Heriberto Lazcano Lazcano ‘El Lazca’ falleció en un operativo de octubre de 2012; mientras que Miguel Ángel Treviño Morales ‘El Z-40’ y Omar Treviño Morales ‘El Z-42’ fueron detenidos en 2013 y 2015, respectivamente.
En lo que respecta a organizaciones como Juárez, Tijuana o Los Caballeros Templarios han perdido presencia en entidades federativas, pero permanecen en sus sitios de origen —Chihuahua, Baja California o Michoacán— con hasta siete células delictivas.
Para el académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Astorga, es imposible estimar la capacidad real que todavía tiene cada organización para confrontar al Estado, aún cuando hay registros de cómo han disminuido su presencia en el país. “Todas ellas pueden causar muchos problemas y un daño a los habitantes del país debido a la impunidad”.
Astorga retoma el problema de la debilidad institucional en el Estado y cómo “las organizaciones criminales han aprendido que en México existen instituciones débiles” que dinamitan el alcance de cualquier estrategia de seguridad y contra el crimen organizado.
En ese sentido, el editor de seguridad de El Daily Post, Alejandro Hope, agrega que el dominio de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación hay que sumar que el actual gobierno ha mantenido parte de la estrategia de su antecesor, Felipe Calderón: decapitar grupos criminales, el uso de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública u operativos federales sin límites temporales. Todo ello, en descuido de “la estrategia de fortalecimiento institucional”, indispensable para lograr la total desarticulación de grupos criminales.
“Debería ser más fácil combatir al grupo de Los Rojos que al Cártel de los Beltrán Leyva pero para ello necesitas instrumentos distintos. Las fuerzas armadas pueden ser muy útiles para cazar a los grandes capos pero no lo son para prevenir la extorsión a taxistas y comerciantes que estén en manos de los grupos que quedaron de esas grandes organizaciones. Se necesitan policías locales fuertes, procuradurías estatales con mayor capacidad de armar casos en contra de esas mafias locales, un sistema penitenciario menos vulnerable y es ahí en dónde estamos atorados y en dónde no hay muestra de avance en este gobierno”.
Si bien es cierto que en la primera mitad de la gestión de Peña Nieto la mayoría de las organizaciones criminales han perdido presencia en el país, mientras tengan necesidad de sobrevivir en el crimen organizado y mantengan, como hasta ahora, estructura y capacidad operativa, la ciudadanía sigue a su merced.